Cuando el crepúsculo del pueblo, Platero y yo entramos, ateridos, por la oscuridad morada de la calleja miserable queda al río seco, los niños pobres jugaban a asustarse, fingiendo ser mendigos. Los niños le daba igual se pobres ellos se creían que eran reyes y reinas, los niños decían
- Mi padre tiene un caballo
- Mi padre tiene una escopeta
- Mi padre tiene un reloj de plata
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